lunes, 27 de octubre de 2008

La selva de los Mamallacta.











Los días en la montaña fueron reconfortantes y además de las enseñanzas y el entendimiento sobre mi relación con los elementos que constituyen la vida: el agua, el fuego, el viento y la tierra; la búsqueda me dejó muy buenos amigo. Personas de confianza con los que compartí diálogos muy entretenidos respecto a la vida y la mágica forma de sentirla.


En una de esas conversaciones sobre lo trascendental de la vida y la forma en que se puede llegar a ello, me hablaron de unos de los chamanes más conocidos en el Ecuador, el Taita Casimiro Mamallacta; un hombre que conoce muy bien la medicina y que vive en uno de los lugares más hermosos que visité en el Ecuador: La comunidad Mariposas en Archidona, a 15 minutos de Tecna, al oriente del país.



Emprendí pues mi viaje desde Quito en donde había estado la noche anterior compartiendo una noche de fantasía con lindos seres y en medio de cantos, alabanzas, rituales y profundas enseñanzas, viajando para mi fortuna, con una bella mujer del país Vasco llamada Lorea quien movida también por el interés de vivir una verdadera experiencia chamánica en el Ecuador, me hizo compañía en lo que más tarde se convertiría en una de las más fascinantes experiencias vividas hasta ahora en este maravilloso viaje.

Tomamos un bus desde Quito hasta Tena por 5 dólares y 5 horas de camino y nos bajamos en un pueblo a 15 minutos antes de Tena llamado Archidona y allí tomamos un taxi que nos llevó hasta la comunidad mariposas en donde vive la familia Mamallacta. Era de noche y la oscuridad difícilmente nos dejaba ver menos de un metro de distancia pero por fortuna y sin tener mayores pistas de hacia donde dirigirnos, apereció en medio de la noche un hombre semidesnudo que nos alumbró a la cara con una pequeña linterna que cargaba en su mano derecha. Le pedimos orientación para llegar a la casa del chamán pero al vernos tan despistados y encartados, decidió acompañarnos hasta la casa que buscábamos ayudándonos además a solibiar un poco nuestra carga física. El taita más adelante se encargaría de ayudarnos a despejar nuestra carga emocional...



Nos recibió uno de sus hijos quien nos hizo pasar a una maloca anexa a la maloca principal en donde vivía el taita con su señora y uno de sus hijos para darnos la bienvenida y hablarnos sobre la ayahuasca y el trabajo que ellos hacen allí desde hace mucho tiempo. Son 8 generaciones en su familia, cuenta el hijo, que mantienen viva hasta ahora la tradición de las medicionas de la selva... OCHO GENERACIONES!!! Todo un mar de conocimiento relacionado con el mundo del chamanismo.



Esta familia tan querida además, invita a la gente que allí les visitan, a dar un recorrido por varios senderos que tienen en esta tierra, pretendiendo así despertar a la consciencia sobre la imperiosa necesidad de cuidar nuestro lindo hogar llamado planeta tierra, como el único medio de sostenimiento y sustento que tenemos para nuestra especie.


Hay además una serie de malocas al rededor de la casa principal para recibir a sus visitantes y una cocina de libre utilización pidiendo a cambio lo que cada quien quiera dar... muy, muy generosos me parecieron los Mamallacta.


Después de esa introducción en la que se presentaron el taita Casimiro y su señora, hablando todo el tiempo en su lengua nativa, el Quichua, nos invitaron a pasar a lo que sería la sala de estar de la maloca principal para iniciar la toma de ayahuasca... y yo que lo único que buscaba era una cama cómoda para descansar, accedí ante la novedad de tomar medicina con un chamán de semejante categoría.


Habían con nosotros tres extrangeros, uno de los cuales llamo nuesta atención pues venía de la tierra de los Sioux, hombres sabios de norteamérica que al igual que los indígenas de sur america, vieron amenzada su existencia a la llegada de los europeos. Este hombre venía a recibir conocimiento del taita y fortaleza para cumplir su destino con la gente de su pueblo.... todo esto es increible... Los otros dos personajes eran al parecer sus acompañantes....


La ceremonia comenzó a las 08:00 pm. El taita sentado en una silla rústica, su esposa a su lado sentada en el suelo y su hijo a su derecha con una guitarra, dió inicio dando primeramente las indicaciones acordes a este tipo de rituales. Llevaba consigo un instrumento típico parecido a un birimbao que hacía sonar con la boca y otro instrumento cuyo nombre no recuerdo. Las luces apagadas y la luna nueva hicieron su contribución para que la noche se llenara de misterio, La selva comenzaba a abrir las puertas que nos permitirían acceder al mundo mágico de los mamallactas, nos preprábamos para una noche inolvidable...
DATOS PARA EL VIAJERO:
Bus Quito-Tena = 6 USD,
Tiempo de viaje= 5 horas
Archidona-Comunidad mariposas= 1 USD
Tiempo de viaje= 10 minutos
Hospedaje= Malokas de la familia Mamallacta. Aporte voluntario. Se puede cocinar allí.

La visita a la montaña



"Es importante que en algún tiempo, uno implore una visión. Que vaya a la cúspide del Universo, a una montaña donde encuentre el nido del cóndor y del águila. A una montaña donde uno encuentra la presencia de nuestros antepasados en el encuentro consigo mismo" Aurelio Díaz Tekpankalli. Fuego Sagrado de Itzachilatlan.


Y fué así, como movido por el deseo y la curiosidad de saber que era subir a una montaña y ayunar por cuatro días con sus cuatro noches en medio de un espacio no mayor a 6 m2, con solo una cobija y una manta y apoyado por 365 rezos hechos en tela roja y tabaco, poniendo especial atención a la puerta del oriente, la puerta de la humildad, la dirección por donde sale el taita sol; que cambié mi ruta para permitirme tener ese espacio sagrado y único en mi vida. Subir para recordar, subir para pensar y no pensar, subir para aprender a hablar con el silencio, hacerme amigo del viento, cobijarme con las estrellas y ser abrazado por el sol en interminables días.


Que maravillosa experiencia, sentí que nacía nuevamente caminando más allá de lo que hasta ahora había recordado. Esta vez no pensé en mis abuelos ni en mis antepasados, caminé de la mano de mis ancestros. Recordé que antes de la personificación que tengo hoy día de Dios producto de mi formación ¿o deformación? católica, mi espíritu se inclinaba con veneración para adorar al sol, al Taita Inti; y a la tierra, la Pacha Mama. Así se nos había manisfestado el gran espíritu, así lo entendimos y así lo vivimos hasta que que nos los transfiguraron. Sentí nuevamente que el maíz era el pilar y cuna de toda una civilización que aún vive y se hace sentir.

Sentí que nada era más importante que una gota de agua, una simple y milagrosa gota de agua y que allí se condensaba todo lo necesario para hacer de este planeta lo que es, el más bello regalo que le han dado a nuestra especie.

Estuve en este lugar durante dos semanas asimilando, recordando, danzando al amanecer cuando el sol sale a iluminar a Urcuqui, un pequeñísimo caserío a una hora de Ibarra, lugar de la búsqueda, en donde el hermoso volcán del Cotacachi nos saludaba con sus blancas nieves y el agua nos mostraba su infinita bondad en Chachimbiro, un exótico lugar de aguas termales incrustado en medio de bellas montañas. Una nueva relación con el fuego, con el tabaco sagrado, la sabiduría de la chanupa, el bizón blanco, los pueblos del norte, la purificación en el vientre de la madre tierra...


Así fué, indescriptible, sanador, mágico. Ecuador, ¿Hay aún más para mí ?....


Fueguito Sagrado

Recitos en el aire viajan a través del humo

En la ceniza, la memoria de los ancestros

Luz, iluminación...