A eso de las 09:00 pm Mauro me despertó, su saco de dormir estaba húmedo en la cabecera. Que vaina, por el piso se estaba filtrando el agua... la lluvia no cesaba. Hicimos algunos movimientos en el espacio para reacomodarnos con la esperanza que no pasara a mayores el inconveniente y que por supuesto, no lloviera más; pero pese a nuestras oraciones , a media noche la situación era incontrolable... teníamos agua entrando por el techo y por el piso. Casi todo estaba mojado, nuestros sacos casi escurrían y nosotros sentados en la mitad de la carpa parecíamos dos chiquillos asustados rodeados por el agua como si estuviéramos adportas del naufragio...
No tuvimos más alternativa que recoger nuestras cosas y a eso de la media noche, y en medio de la tempestad, corrimos hasta la casa principal para tomar en alquiler una habitación y así mismos olvidar esas horas inclementes vividas en el momento. Tocamos suavemente la puerta de la habitación de Flor un par de veces haciendo más fuerte el golpe con el pasar de los minutos... pero la suerte, que es esquiva aveces, al parecer estaba escampando en otro lado. Despuès de esperar unos 20 minutos con el agua escurriendo por nuestro cuerpo no tuvimos más que acostarnos en la sala de la casa pero ohh sorpresa, el techo tenía goteras por todos lados. El piso ya estaba húmedo asì que era imposible utilizar el lugar como refugio temporal mientras que salia de nuevo el sol.
Al lado de la sala había un pequeño espacio dedicado para lectura así que nos atrevimos a invadir ese espacio. Desdoblamos nuestros sacos de dormir y sobre ellos colocamos los ponchos que nos había regalado Nátali en Santa Rosa de Cabal dìas atrás. Que decir de la noche... no pegamos los ojos un instante, el frío aterrador penetraba mis huesos y para completar, de repente una pequeña gota comenzó a caer justo encima de mi cabeza.
A eso de las 02:00 am, el sonido de la caida de la lluvia y el viento se vió interrumpido por un lamento de una mujer... yo no le presté atención pensando que era quizá el silvido del viento. Cinco minutos despúes el lamento lo sentí nuevamente pero en dirección opuesta al primer lamento... Mauro, escuchas?... no dijo nada pero se acercó más... Un tercer lamento escuchado más cerca y de nuevo en la dirección del primero me hizo sentir un corrientazo por todo mi cuerpo. El lamento se repitió ... se escuchaba tristeza y desesperanza... lo volvimos a escuchar ahora más lejos y el frío ya no era por la lluvia sino por el susto... un último gemido lo escuchamos casi a la entrada de la casa... cerca... Los gemidos tenebrosos penetraron todo mi ser... nos quedamos inmóviles, yo con la gotera en mi cabeza, un frío de muerte y el deseo inmenso de que pronto llegar el nuevo día... sin duda nos había visitado la llorona... 








