domingo, 8 de marzo de 2009

Vilcabamba, el valle de la longevidad


Los días siguientes a la toma fueron tan mágicos como el primer día. Ubicados ya en una maloca solo para nosotros, mi amiga y yo participamos en eventos más familiares como la celebración de los 50 años de un yerno del taita, bañamos en el río de los secretos, caminamos por los senderos de los ancestros, cocinamos ayahuasca de 25 años de antigüedad e hicimos tres tomas más con nuestro mágico anfitrión que me permitieron ver mis primeros cinco años de vida y que no tenía en mi memoria, nadar con las sirenas a lo más profundo del mar en donde se encuentra el caldo de la vida que contiene los ingredientes necesarios para volver a hacer surgir la vida misma si esta que tenemos hoy día llegara a desaparecer; y tener además un encuentro que llevaré por siempre en mi memoria, un regalo espiritual con un ser que amo con mi alma: la Virgencita María.

En fin, los días en la selva de los Mamallacta fueron felicidad pura, no obstante el camino nos esperaba para lo que sería nuestro próximo destino: Vilcabamba.

Luego de tomar un taxi desde la comunidad Mariposas hacia Tena por USD 2.5, llegamos al Terminal para hacer el trayecto Tena-Puyo (USD 2.5 y 2.5 horas), Puyo-Riobamba (USD 3.75 y 3.5 horas), Riobamba-Loja (USD 11 y 11 horas) y Loja-Vilcabamba (USD 1 y 45 minutos). Mi amiga regresó a Quito así que nos despedimos en Tena con la ilusión que nuevamente el destino en algún momento nos cruzara nuestros caminos una vez más.

Al llegar al terminal de Loja exhausto de semejante viaje tomé el último bus hacia Vilcabamba. Allí me hospedé en el hostal Ruinas de Quinara por USD 7 en dormitorio compartido con un Coreano y dos Israelitas. Vale la pena estar allí pues es uno de los hostales más placenteros que conocí no solo porque la gente es muy amable, sino por todas las comodidades que tiene y la posibilidad además de hacer Voluntariado, aunque también escuché historias que bien ameritan prestarle atención pues nunca se sabe...(http://www.lasruinasdequinara.com/)


Vilcabamba pues es un bello pueblo rodeado por montañas verdes, árboles frondosos, y en el que se encuentra según sus habitantes, el tan anhelado secreto de la longevidad a juzgar por la edad avanzada de varios de sus habitantes que según historias y registros, han llegado a pasar de los 120 años de vida, conservan aún la vitalidad y alegría de los lugareños de esta parte de Ecuador. Dicen que uno de los secretos es el agua, otro, que es el chamico, un tabaco de preparación local que es elaborado por los mismos abuelos y para consumos local.

Cuando llegué a Vilcabamba pensé en quedarme unos pocos días como lugar de descanso de mi travesía para continuar hacia la selva del Perú rumbo a Iquitos según mi plan, no obstante al tercer día conocí a un persona conocedora de una de las ceremonias más bonitas en las que participé en mis días de ayuno en la montaña y que sería el puente para entrar en el mundo de fantasía de esta tierra sin par. Miguel un hombre místico conocedor del camino de sabiduría de los ancestros del norte, dirige en este lugar en cada luna llena ceremonias de Temazcal, espacios dedicados al encuentro de nuestro ser con el mismo ser de la pacha mama a través de un ritual de vapor medicinal dentro de un espacio similar a un iglú y en el que según los ancianos sabedores, se ingresa al vientre de la pacha mama para recibir una purificación por parte de ella.

En la primera ceremonia en la que participé desde horas de la tarde ayudando a organizar el fuego y hacer las ofrendas de tabaco para las abuelas, piedras volcánicas que ingresan en un orden determinado al temascal calentadas por un fuego sagrado, tuve la dicha de conocer otras personas muy conectadas con aquellas cosas que hasta hace poco comenzaba a conocer. Las bendiciones del fuego no se hicieron esperar, Miguel me ofreció quedarme en su casa ubicada a unos 30 minutos del pueblo y en la que se encontraba hospedado otro ser venido de las estrellas y de quien aprendería más cosas relacionadas con la vida espiritual y algo nuevo para mi que era el concepto de Comunidad autosostenible.

Celestino, un hombre de unos 45 años proveniente del país Vasco, se encontraba recorriendo Latinoamérica desde México desde ya hace unos dos años. Este ser , artesano de oficio pero sobre todo de vocación, había fundado en su país 15 años atrás una comunidad autosostenible, completamente ecológica según me la describió, y en donde hoy día vivían unas 50 familias. Compartir la casa campestre construida al pie de un riachuelo y rodeada de árboles frutales fue una experiencia muy enriquecedora y divertida. En las mañanas nos levantábamos temprano y preparábamos un exquisito desayuno rico en frutas, pan y café. Seguido nos dedicábamos a las artesanías que vendíamos los fines de semana en una pequeña feria artesanal que se celebra en la plaza del pueblo y en el que se puede conseguir por un dolar, una mesa y carpa para ubicar la mercancía.

Por lo general Miguel nos vistaba en la tarde y compartíamos el almuerzo cocinando juntos y hablando temas sobre el orden mundial, los chakras, secretos de los Andes, misticismo Azteca, técnicas de meditación, cantos a la pacha mama, en fin... todo en esos días se percibía bello. La conexión con los seres de luz era la constante y la felicidad y armonía vibraba por todo nuestro ser como pocas veces lo había sentido.

Conocimos además otros amigos del anfitrión que alegraban nuestras tardes con música y amenas conversaciones. Una bella y esbelta chica de Rumania, Pablito, el hombre aguacoyero de Chile con quien compartí una noche inolvidable de medicina... un encuentro místico, regalo de la vida para ambos... reencuentro ancestral de la abuelita ayahuasca y el abuelito aguacoya. Evita, una linda chica de Ecuador, Loreita quien había llegado también al pueblo para seguir compartiendo felicidad, y el gran maestro de la chanupa, un hombre que viene de muuuyyyy lejos y quien se convertiría en el puento para acceder a otro conocimiento estelar...
El vino era el invitado de honor y la buena mesa deleitó nuestro paladar todo el tiempo en el que estuvimos allí. Sin duda había valido la pena pasar por Vilcabamba pues no solo fue la oportunidad de profundizar sobre conocimientos ancestrales sino el del reencuentro con almas conocidas, amigos de otro tiempo.
Y un buen día la sorpresa se apareció con nombre propio: Paolo, el personaje que conocimos en la selva de los Mamallacta se cruzó una vez más en nuestro camino. Su bella familia nos acogió con el amor del padre y otra vez, la medicina nos acompañó en nuestro bello encuentro.

Y es que fué en Vilcabamba en donde conocer estas dos bellas medicinas me permitieron encontrarle aún más sentido a mi estadía allí... la magia de la chanupa y el enraizamiento con la Aguacoya o San Pedrito me conectaron por completo con los seres de la tierra y de otros planetas. Rezos al cielo, conexión planetaria, integridad en la memoria... Ya no eran solo mis abuelos ni mis antepasados... eran mis ancestros los que me enseñaban...
Vilcabamba...días felices

Y fué así, que día tras día nos acompañaba el sol, el arco iris, la luna llena; dias inolvidables y mágicos hicieron de esta estación una experiencia sin igual. Y es que definitivamente fue Vilcabamba el mejor lugar para terminar mi recorrido por el país que me sorprendió de principio a fin... Ecuador... nunca te olvidaré !

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Datos para el viajero:
TRANSPORTE :
Tena-Puyo = USD 2.5 y 2.5 horas
Puyo-Riobamba = USD 3.75 y 3.5 horas
Riobamba-Loja = USD 11 y 11 horas
Loja-Vilcabamba = USD 1 y 45 minutos

ALOJAMIENTO:

Vilcabamba: Ruinas de Quinara desde USD 7 con posibilidad de hacer voluntariado (Recomendable)
Más información en http://www.lasruinasdequinara.com/